martes, 17 de julio de 2012

Duodécimo capítulo

¿Pasamos?

En el banco tenía que ingresar la cantidad de 175€ para el alquiler de nuestro piso, justo el día 3 el banco daba orden de ingresar el dinero en la cuenta del casero y estábamos a día 2 a si que ya tocaba acercarse a ver a Mari Sol, la chica que siempre nos atendía en el banco, como su propio nombre indica es un verdadero sol.
Salí del banco guardando mi monedero marrón en mi bolso pequeño de asa larga dorada, no miré la salida, ya en la calle caminaba cerrando el bolso y alguien me dijo:
- ¿Quieres que vuelva a pasar con la moto?
Era Mario, no sabía de donde había salido pero estaba apoyado en su moto negra, con su camiseta gigante color blanca que resaltaba por completo con esos ojos verdes tan expresivos.
-¿Por qué? ¿Es que te interesa que se me suba el vestido otra vez? Contesté con el tono de voz un poco áspero.
-Lo decía porque cuando me he girado para ver como me insultabas por haber pasado así de deprisa con otras intenciones, (de repente se le puso una risita de pillo que comenzaba a conocer) he visto una sonrisa en vez de una Blanca malhumorada. Y lo cierto es que me gusta más verte reír que llorar. (Lo decía por la noche que me acompañó a casa).
-A mí también me gusta más reírme que llorar, te lo aseguro. Le contesté con mi mejor educación, estaba muy agradecida por la ayuda que me prestó.
-¿Estás mejor? Me preguntó mientras se acercaba un poco más a mi, estábamos como a tres metros de separación, ahora estábamos a uno y medio.
-Poco a poco. No supe que más contestarle, mi voz se fue apagando hasta que finalmente me quedé en silencio. Me quedé mirando al suelo con la mirada perdida.
-¿Con lo que pasó, y lo mal que estabas lo único que se te ocurre decirme es un triste "poco a poco"?
Me dijo un poco incrédulo.

De repente, me cogió del brazo andaba rápido con una sonrisa malévola pero a la vez encantadora, y empezó a caminar mientras yo le decía, repetía y finalmente gritaba: ¿Qué haces? ¿Dónde vamos? Suéltame que puedo ir yo sola...
Él se reía cada vez que le repetía todo aquello, cruzamos un paso de cebra y unos metros más, hasta que acabó soltándome riéndose. Yo no me reía hasta que vi que él no podía parar, al final acabé riéndome también. Levanté la cabeza y estábamos ante la puerta principal de un grandísimo y precioso parque donde había muchos niños correteando y jugando.
-¿Pasamos?  ¿O te vas a quedar ahí de por vida plantada como si fueras una estatua?




domingo, 15 de julio de 2012

Úndécimo capítulo:


De camino al banco

Me despierto, miro al blanco techo, la luz entra por la ventana, los bonitos y primeros rayos de sol del verano se cuelan por mi estor azúl, provocando un despertar de lo más feliz. Me froto los ojos, y antes de lo que me hubiera gustado empiezo a recordar que Jon y yo ya no estamos juntos. Lo feliz que parecía el día, comienza a entristecerse. No pierdo ni un minuto más recordando el pasado, me levanto y cojo un vestido blanco de mi perchero. Lo coloco encima de la cama como de costumbre, saco ropa interior del cajón y me visto. El vestido es una monada, de manga corta con el cuello de bebé entallado hasta la cintura, y de pronto le sale un vuelo gigante, además es minifaldero. Lo combino con unas sandalias planas color cobre de muchas tiras. El pelo me lo coloco hacia un lado y lo rizo un poco.
Me dispongo a salir a la calle para ingresar el dinero del alquiler en el banco, y de paso consultar unas dudas de las asignaturas de la carrera, pero no sin antes echarme mi colonia preferida de vainilla, ya sabéis todas que utilizo la colonida de Yves Rocher desde que tengo catorce años.
Bajo las escaleras blancas de mi portal, empiezo a andar por la calle, hace un día precioso. Veo a los niños en sus carros felices, siendo paseados por sus madres, padres o abuelas. Los niños están felices es verano.
Pienso en lo mucho que me hubiera gustado formar una familia con Jon, y rápido se me va de la mente, intento hacerme la dura, mantenerme distraída con otras cosas para no pensar en Jon, sigo destrozada.
Cuando estoy a punto de cruzar el paso de cebra para acceder a la acera de enfrente donde se encuentra el banco, de repente un ruido muy grave de un tubo de escape hace que gire mi cabeza. Es la moto de Mario, pensé. En efecto, lo era. Mario pasó a toda velocidad con su moto rápido como el viento, el pelo se le iba hacia detrás de la velocidad, se le veían aún más esos preciosos y animados ojos verdes, tenía los labios gruesos y sonrojados, serio como lo conocí la primera vez, y con esa mirada que aún me seguía diciendo mi subsconsciente que era diferente, era especial.
El rápido viento que originaba con su moto hizo que se me levantará el vestido blanco igua que a Marilyn Monroe. Mario no me había visto, hasta que grité cuando se me levantó el vestido: -Eee!!
Él simplemente miró hacia detrás al oír el grito, se echó a reir con esa sonrisa tan pilla que tiene y siguió conduciendo.
No podía explicar porque, pero yo también me eché a reír. La gente que había visto como se me levantó el vestido también reía,
Y cuando se puso el semáforo de peatones en blanco crucé el paso de cebra que aún no me habían dejado cruzar y entré al banco.





miércoles, 11 de julio de 2012

Décimo capítulo


El tiempo lo cura todo

Subí en el ascensor con más gente, mis ojos iban a explotar de lágrimas. Rápido llegué al quinto, la planta donde vivía. Metí la llave rápido en la cerradura, giré con fuerza para abrir rápido como si un monstruo me persiguiera. No era ningún monstruo, era algo peor, mis recuerdos volvían a mi cabeza. Todo lo bueno vivido con Jon se me venía a la cabeza : el día que nos conocimos, el día de nuestro primer beso, nuestra primera vez juntos, ambos inexpertos que no sabíamos lo que hacer, nuestras mañanas en verano en la playa, la manera en la que me sacaba de mis casillas cuando empezaba a gritarle y acaba riéndome de como me hacía burla… Atravesé el pasillo de mi piso rápido, para llegar a la habitación y echarme a llorar sobre la cama.
Aún nadie se había levantado, todo estaba silencioso, seguían los vasos de cubata encima de la mesa, las botellas, los ceniceros hasta arriba… Lo que es un piso de estudiantes después de una noche de fiesta.
Seguía llorando, los recuerdos paseaban mi cabeza sin darles yo permiso, no podía controlar mis pensamientos.
De repente escuché el ruido de como se abría una puerta, los pies arrastrase de Celeste. Entró en mi habitación y al verme con los ojos hinchados y llenos de lágrimas supo que había pasado algo. No preguntó. Tan solo me dio un abrazo esperando a que yo le hablara de lo ocurrido.
Comencé a contarle todo lo sucedido anoche, le dije que hacía no más de quince minutos que habíamos roto Jon y yo.
Celeste se quedó sin palabras lo único que repetía es : -Que hijo de puta.
Yo pensaba que se había comportado fatal, confiaba mucho en él, y esto era lo que podía esperar de la persona que más confiaba.
Por dentro estaba destrozada.
Espero que sea verdad lo de que el tiempo lo cura todo.



martes, 10 de julio de 2012

Noveno capítulo


Me subí a casa :

Abro los ojos, y me pregunto donde estoy. ¿Nunca habéis tenido la sensación de despertaros y no saber donde estás ? Eso me pasa. Me incorporo, miro hacia delante y hacia los lados.
Ya, tranquila Blanca, estás en tu piso, en tu cama y en tu habitación.
¿Qué pasó anoche ? Parece que iba borracha anoche tengo la mente un poco nublada.
Empiezo a recordar todo de golpe : Jon con la chica en los baños, Mario con sus enormes y preciosos ojos cuando lo vi irse a lo lejos con su moto, mis amigas y compañeras de piso entrando en mi habitación preocupadas…
Debí de quedarme durmiendo en cuanto me metí en la cama para hacer como  que estaba dormida.
Cojo el movil para mirar la hora. ¡¡¡¡Nada más y nada menos que 22 llamadas de Jon y un mensaje :
Perdona, me arrepiento, tenemos que hablar.

Conforme leo ese mensaje me crece rabia por dentro, me levanto de la cama voy al baño a lavarme la cara.
Todo el pasillo estaba silencioso y el salón seguía con botellas encima de la mesa de anoche, creo que nadie se ha despertado todavía.
Al mirarme al espejo después de lavarme la cara no se a quien veo, si soy Blanca, con mis ojos azules y mi pelo rubio, pero ¿soy la novia de Jon ?, ¿seré la ex de Jon ? Mi cabeza me dice que es un cabrón que lo ha hecho fatal y que no se trata así a alguien que supuestamente quieres. Pero algo dentro de mi le da pena, le tiene cariño…
Me dirijo a la habitación, cojo una bolsa del armario y empiezo a meter dentro de ella una foto que tenía de Jon, una carta que me escribió, un boli que me regaló de Irlanda, una camiseta que detrás ponía su nombre de una peña y unas llaves que se olvidó en mi piso.
De momento no se lo que haré con estas cosas, pero las quiero fuera de mi vista, las esconderé.
Y con Jon tampoco se lo que haré.

Me visto, hoy no tengo el día muy animado a si que colores grises y negros. Me pongo un pantalón corto negro ajustado, con una camiseta gris de tirante gordo y unas sandalias planas negras con tiras que cruzan todo el pie. Me hago coleta y me dirijo a la calle. Quiero que me de el aire, pensaba mientras bajaba en el ascensor.
Al salir a la puerta y bajando por las escaleras blancas vi que estaba sentado en ellas Jon.
De repente se me ha puesto cara de mala leche, lo noto conforme bajo las escaleras.
Apriento los dientes con toda mi rabia, los ojos se me hacen pequeños de pensar en lo que vi anoche. Cuando totalmente lo tengo en frente no me salen otras palabras : -¿Qué haces aqui ?
-Venía a pedirte perdón, me dijo él.
-No hace falta que me presentes tus disculpas, porque ni las quiero ni las voy a aceptar, le dije orgullosa de mi por haber resuelto en un minuto lo que iba a hacer con él.
-Pero yo te quiero, me dijo con voz tristona y bajita.
-¿Me quieres ? Es decir, ¿me quieres pero necesitas tirarte a otra ?, ¿Qué clase de sentimientos son esos ? Para mi hemos acabado, por favor no me molestes más, nuestra relación a acabado de una manera muy triste no hagas que acabe peor.
Por un momento me dio pena, se le inundaron los ojos de lágrimas, me sentía mal por hacerle daño, pero ¿por qué tengo que ser yo siempre quien lo pase mal ? Al fin y al cabo yo no me había metido con otra en el baño a las espaldas de mi novio para ponerle los cuernos.

Le di un beso en la mejilla y me subí otra vez a casa.


lunes, 9 de julio de 2012

Octavo capítulo:


Jon no está con ella :

Seguimos caminando hasta llegar a mi portal, tiene unas altas escaleras blancas hasta la puerta.
Le di las gracias por haberme ayudado. El se mostró sonriente y satisfecho de haberme podido ayudar.
Antes de subir a casa le pregunté su nombre, aún no sabía que nombre ponerle a ese dulce chico rubiete con ojos verdes que no había dejado que caminara sola hasta casa después de haber pasado semejante trago aquella noche.
-Mario, me dijo.
Pensé que era un nombre bonito, corto, sin diminutivos, sin significado oculto, me gusta.
-No te preocupes por nadie Blanca, me habló con voz muy bajita sosteniendo con sus dos manos mi rostro. Esta noche lo has pasado mal, son lecciones que no olvidarás. De ti depende perdonar a tu chico cuando mañana venga a suplicarte y a llorarte por haber cometido semejante tontería. Yo si tuviera una novia como tu no podría irme a dormir por la noche sin saber que está bien, o sin darle un beso de buenas noches.
Me senté en uno de esos escalones blancos y fríos de la escalera no quería subir a casa, mi habitación esta llena de trastos que me recordarían a lo que había pasado esta noche.
Mario se sentó a mi lado.
-¿Por qué me estás ayudando ? Le pregunté
Mario se despidió de mi con un gesto con la mano y con un simple hasta luego.
-Espero que estés bien, continuó.

Lo vi como se alejaba de la avenida, siguió andando y andando hasta coger su moto que la había dejado al final de la avenida para poder acompañarme andando. Vi como cogió su moto y como se desvanecía el horrible ruido del tubo de escape de la moto.

No pasaba un alma por la calle, no quería subir a casa pero tenía frío en las escaleras, corría el aire. A si que saqué del pequeño bolso que llevaba las llaves y me decidí a entrar.
Cuando llegué a mi habitación me tumbé en la cama, empecé a pensar en todo lo sucedido esa noche. Y en las palabras de Mario :  cuando mañana venga tu novio a suplicarte y a llorarte por haber cometido ese error…
¿Qué voy a hacer ? Pensaba…
¿Lo voy a perdonar ?, ¿Los cuernos se perdonan ?, ¿Lo quiero tanto como pensaba ?
Todas estas preguntas giraban en torno a mi mente, se colpasaba, mis ojos no paraban de soltar lágrimas.
En ese momento escuché la puerta, mis compañeras de piso acababan de llegar, las escuché de fondo que preguntaban por mi. No quería que me vieran llorar a si que rápido y con la ropa puesta, deshice la cama, me metí dentro de ella e hice como que dormía. Abrieron la puerta, y como aparentemente estaba durmiendo no me preuntaron nada. Cerraron la puerta, menos mal pensé.
Escuché que dijeron : Que raro, Jon no está con ella. Así se llama mi novio.

sábado, 7 de julio de 2012

Séptimo capítulo:


Caminar otra vez:

Era el chico de la moto y el chico de la barra. Aquel chico de ojos verdes con el pelo larguito castaño claro. Aquel que tenía una mirada tan interesante, y que cuando me tomé el trago de tequila se rió de mi, el mismo.
Me quedé paralizada al verlo de cerca, son los ojos más bonitos que nunca he visto. No eran simplemente verdes, al rededor de la pupila tiene rallitos amarillo mostaza que se entremezclan con el verde de sus ojos. Y el borde de su iris verde es de un tono mucho más oscuro.
-¿Estás bien ? Me preguntó, ¿te ha sucedido algo malo ? ¿quiéres que llamemos a la policía ?
Estaba algo aturdida, no sabía como de repente me lo había encontrado a este chico, era muy raro, mucha casualidad. Y que se preocupe tanto de mi un desconocido me resulta rarísimo.
Le contesté que no me había pasado algo grave, simplemente problemas personales, te agradezco tu interés.
-Te he visto como salías rápido del baño, con los ojos a punto de explotar de lágrimas, ¿de verdad que está todo bien ? Me preguntó con una voz muy dulce.
Yo ya no podía hablar estaba llorando mucho, simplemente le hice con la cabeza que si y seguí andando hacia mi casa.
El chico me volvió a hablar : - ¿Quiéres que te lleve a casa ? Tengo la moto aqui mismo.
Me giré, lo miré y miré a la moto. Gracias pero no subo en moto con desconocidos. Le contesté. Y seguí diciéndole : Pero te agradecería mucho si me acompañaras hasta la puerta de casa.
Ahora era el chico el que no hablaba simplemente me hizo un gesto con la cabeza de afirmación, colocó la moto bien para que no estorbara en la calle y se dispuso a acompañarme andando.
De repente empezó a sonar mi movil, no miré ni quien era simplemente lo apagué.
El chico no era tonto, sabía que algo me había pasado. Tenía interés en saberlo.
A si que fui yo la que empecé a contarle lo que había pasado :
-Resulta que me he encontrado al que hasta hace unas horas era mi novio en el baño de los tíos haciéndolo con una tía. Lo he escuchado que era él, he abierto la puerta del baño donde estaban y le he tirado la copa por encima.
El chico que caminaba a mi lado pero no demasiado cerca se acercó un poco más a mi, de repente exploté a llorar, él me detuvo me apartó el pelo de la cara y acariciándome muy suavemente la cara me dijo que no llorara, que no merecía la pena. Mis ojos no podían dejar de mirar los suyos, desde que lo vi por primera vez en la moto mis ojos se clavaron en los suyos, ejercé sobre mi como una especie de imán.
Empezamos a caminar otra vez, esta vez estaba más cerca de mi.
-Me llamo Blanca, le dije.

viernes, 6 de julio de 2012

Sexto capítulo


Impedir que continuara : 

Muchas novedades que contaros.
Tuvimos anoche otra fiesta, pero esta no fue de cumple años, simplemente queriamos despedirnos porque cada uno se iría de vacaciones a un sitio diferente.
Salimos todos de fiesta a unos pubs y después a una discoteca.
No nos arreglamos mucho ibamos en plan informal.
Yo llevaba un vestido de estilo hippie con escote de triángulo, de corte imperio y muy cortito en color azul osculor. Unas cuñas altas, un collar pegado al cuello con piedras verdes, rojas y azules claras y el pelo suelto.

Bailábamos sin parar, una canción después de otra. Celeste siempre hace mucho el tonto cuando salimos, es muy divertida. Violeta y Miguel como de costumbre bailando juntos y tonteando, y mi novio de un momento a otro desapareció. Ninguno sabía donde estaba.
Nos pedimos una ronda de chupitos y cuando fuimos a la barra justo en la esquina me encontré al chico que había visto en la moto. Aquel chico que tenía algo en la mirada que me resultaba familiar estaba allí en la barra. Se estaba encendiendo un cigarrillo, parecía importarle poco la ley antitabaco. Una vez encendido se lo llevó a la boca y disfrutó de él expulsando muy lentamente el humo. A continución le dio un trago a su copa.
Nosotros pedimos unos chupitos de tequila, no fue idea mia, porque yo odio el tequila. Pero se hizo la voluntad de todos. No podía dejar de mirar a ese chico. Castaño claro, con ojos verdes, con la piel blanquita, no demasiado fuerte parecía pero desde luego tampoco era un tirillas. Tenía unos dientes perfectos, y una mirada muy penetrante e interesante.
Mientras todos brindamos con los chupitos seguía mirándolo, él notó que yo lo miraba y en cuanto puso sus ojos en los mios desvié la mirada. Le di un trago al chupito y cuando el líquido atravesó mi garganta empecé a tener arcadas, el chico que lo miraba por el rabillo del ojo se estaba riendo de verme. Volví a mirarle una vez más sonriendome y rápido aparté la mirada una vez más por verguenza.
Me dirigí al baño y como ya sabéis como somos las chicas había una cola gigante, al menos de 15 personas, a si que decidí entrar al baño de chicos que no había cola. Rápido entré y cuando ya estaba lavándome las manos para irme escuché unos gemidos, me empecé a sonreír y por suerte también empecé a escuchar. ¡¡¡Era mi novio !!! El muy asqueroso estaba con una tía que no era yo en el baño haciéndolo. Cuando me aseguré totalmente de que era él, abrí la puerta me los encontré a los dos medio desnudos y lo único que me salió fue tirarle el contenido de mi copa por encima a mi novio. Me fui rápido corriendo.
De fondo oía a mi novio : -Blanca, Blanca…
No le di explicaciones a mis amigos solo quería desaparecer de allí. Andaba rápido, la rabia se apoderaba de mi, mis ojos se llenaban rápido de lágrimas que necesitaban salir de esa carcel azúl, quería llegar enseguida a casa. Y de repente alguién me agarró el brazo para impedirme que continuara.